Debo, necesito evitarte…porque ver tu andar, tus líneas, tu sonrisa, es hipnotizante… es imaginarme el desierto y perderme en la inmensa soledad de tus poros… es caminar cuidadosamente entre alfileres para evitar tocarte, es perderme entre abismos y duendes, por saberte prohibida… me desespera no poder actuar como lo haría fuera del mundo que compartimos, acercarme, buscarte, con el simple propósito de irme al infierno por perderme en tus ojos… nadar en tu mirada…probar tus labios… pero prefiero esconder mis perversas intenciones, aunque parece estúpido, porque todo lo sabes y no hay dudas en éstas…solo silencio y miradas profundamente indescifrables…
Miel… tenue, lúgubre, intensa, inmarcesible… como las hojas de un frío noviembre, como un sonido lejano e inerte… como una sonrisa que encanta…esa mirada de miel que parece una canción de olvido, una gota de rocío, una emoción lenta o un recuerdo que baila contigo cuando estas consciente… si… consciente de distancias, edades, pecados y cosas pendientes, que no puedes buscar, porque las sabes prohibidas, porque las sabes tardías en tus días… porque no mereces, no necesitas … pero te hacen falta…
Siempre, como tantas veces, tarde, apareces embobado, sorprendido y perdido en unos ojos que no dicen nada, pero lo gritan todo, con un miel que mata…
…Y con esa mirada…pareces decir mucho y al mismo tiempo no dices nada… solo de pronto, con tus palabras esquivas, con tus sonrisas furtivas, con tus bromas tontas, denotas un ápice de esperanza, coqueta, inocente, sutil… pero al fin, esperanza…y de pronto despiertas mis ganas, por perderme en tu mirada, irme al infierno contigo… y cuando me acerco, por haber sospechado, que tengo esperanza…te aseguras, sonriendo, de apagarla…
Y es ese juego, ese círculo vicioso, que me vuelve loco, que me ata, me mata, me encanta!… y al final, el cielo, el infierno, el maldito universo, conspiran y se ríen a carcajadas por tenerme como imbécil regresando a hurtar miradas… Con el único afán de alimentar mi perversión, mi vicio y esta absurda duda de mirarte y un día tener el valor de decirte simplemente…
Hay palabras que no están hechas para gritarse. Hay historias que no caben en redes, ni en frases con filtros. Y hay heridas que, cuando se escriben, no buscan aplauso… solo un poco de alivio.
Este blog no nació para ser popular. Nació porque necesitaba dejar de ahogarme, dejar de darle vueltas a los hubieras, dejar de lado las miles de razones del por qué mis líneas no debían existir…
Este espacio nació porque había demasiadas cartas, cuentos y poesías que nunca envié… demasiados pensamientos que solo se quedaron rondando entre el pecho y la almohada… Cosas que le decía al universo, a las historias de mi vida, a los imposibles, a las utopías, que siempre han rondado mi cabeza…
Este espacio se llama “La travesía del náufrago, los silencios escritos” porque, como tú tal vez, he estado perdido… a la deriva, sin rumbo, sin un propósito… He sentido que floto, que respiro… y al reconocer esta sensación, me doy cuenta que he avanzado, que parece haber un puerto, que después de todo, las tormentas me mueven a un horizonte nuevo, a un lugar en el que no necesito excusas, ni máscaras, ni explicaciones… un lugar en el que puedo ser…
Aquí escribo lo que no supe decir. Lo que me hubiera gustado leer en alguna madrugada difícil. Lo que tal vez, tú también necesitas leer.
No tengo soluciones, ni busco la paz mundial, ni pretendo nada más que compartir. Solo son palabras; sin embargo, son poderosas, porque expresan emociones y transmiten historias… y creo, que durante un naufragio, una palabra, una idea, una línea… puede ser una tabla de salvación, en medio de tu propia búsqueda…
Si alguna frase te toca, tómala. Si algún texto te abraza, déjalo quedarse, vívelo, respíralo. Y si algún día sientes que también náufragas… ¡Entonces bienvenido! en esta barca, creo que somos muchos.